7.8.12

El Artista VI. (Their sadness)


Ella lo tomó de la mano al salir del vagón del tren. Él sabía que ella solo hacía eso cuando estaba muy feliz o muy triste. La detuvo, se acercó a su rostro y miró sus ojos oscuros de pestañas caídas. Vio cómo una lágrima solitaria caía por su mejilla esquivando su nariz helada y moría en sus sonrientes labios.
- ¿Estás bien? - preguntó extrañado.
- Sí, es solo que hace mucho que no tenía la sonrisa como dibujada por tanto tiempo seguido - dijo mientras secaba con su puño aquella pequeña gota de alegría, y con esa sonrisa que no la había abandonado desde que iniciaron su aventura.

- Te amo - dijo con la mirada clavada en sus frías y delgadas manos - sé que no es la primera vez que lo digo pero es la primera vez que no tengo miedo de hacerlo - y mientras lo hacía una lágrima rodaba ahora por su mejilla.

Alexa usó el mismo puño de su enorme chompa azul para secar el cansado rostro de su compañero, y mientras lo hacía recordaba que el azul era su color favorito y que el día que ella le había mencionado su descubrimiento a Walter lo había dejado boquiabierto. "¿Cómo supiste?" le había dicho, "es simple" había respondido ella "¿qué tienen en común Batman, el Capitán América y Spiderman?" y él había reído tal y como lo hubiese hecho un niño al ver descubierto su más grande secreto.

- Te amo - dijo mientras dejaba el llanto desatarse bajo sus ojos - sé que no soy lo que esperabas y que no contribuyo a tu estabilidad o al mantenimiento de tu cordura pero es la verdad. Es la única verdad que importa al final del día ¿no?
Los dos rieron tomados de la mano.
- Sí, es lo único que importa. Ya no tenemos nada más a qué temerle.

Salieron de la estación y se dieron cuenta de que estaba empezando a llover.
- Shall we dance, my lady? - dijo con las cejas levantadas el adorable caballero
- I'd love to - respondió la damisela improvisada
La lluvia fue haciéndose cada vez más fuerte mientras ellos saltaban por la acera pretendiendo bailar.

Y eran felices, tan felices que si hubiese algo más allá de la felicidad lo serían también.




25.7.12

Bien podría.


Quisiera morir muchas veces. No es porque sea masoquista -aunque probablemente lo sea- sino porque hay muchas cosas que me gustaría hacer justo antes de morir solo para tener la satisfacción de que alguien diga que fue lo último que hice antes de morir.

Me refiero a esas veces en que uno dice "podría morir hacer haciendo esto..."; por ejemplo, yo podría morir mirando las estrellas titilar en una noche negra como el vacío; podría morir escuchando el susurro de un Je t'aime con ese acento francés que dibuja una sonrisa en mi rostro simplemente al tocar su aire mis oídos; podría morir entre los acordes de un cello; podría morir mirando cómo el sol se funde con el mar mientras la brisa desordena mi cabello a su antojo; podría morir acurrucándome en el suave terciopelo de un vestido interminablemente largo; podría morir besando sus "besables" labios.

Son cosas sencillas, lo sé, pero son las cosas que me harían lo suficientemente feliz como para morir en ellas.

Y es que no es la forma, es el momento previo a ella; es el ritmo que aquel momento conlleva. Podría morir bailando -aunque no lo haga según los parámetros usualmente establecidos ni tenga lo que se necesita para ello- solo por sentir mi cuerpo convertirse en música y la música convertirse en mi cuerpo.

Incluso podría decirse que escribo porque adoro la musicalidad que acompaña a cada palabra y que lo hago en papel porque me encanta ver cómo las líneas bailan hasta transformarse en letras; letras que al agruparse de la manera adecuada cuentan historias, sueños, pensamientos, hechos, cosas que hice, cosas que haré e incluso cosas que imagino hacer ... cosas que podría morir haciendo.



19.7.12

Vuelvo.


Desde hace un buen tiempo que he dejado de escribir. Es decir, he dejado de usar la palabra escrita para lo que inicialmente quería usarla: aclarar mi mente. Desde hace unos meses, o tal vez más, lo único que he hecho ha sido dar vueltas en problemas sin solución -o con soluciones muy obvias- y hasta he empezado a inventar historias -o deformar algunas existentes- y me he perdido.

Hoy estoy tratando de reconstruirme, de volver a ser la gran contradicción racional que era, la mujer nostálgica que podía ahogarse en carcajadas, la despeinada que no se peinaba porque no lo necesitaba, la tímida loca a la que le encantaba hablar de nada. Me extraño, extraño a la vieja de mí, extraño reír por cosas que valgan la pena, con personas que valgan la pena. Extraño a mis viejos amigos e incluso mi tan cómoda soledad. Creo que más que nada extraño ser feliz, disfrutar los días, sentirme viva.

Hace un par de días me puse a ordenar mis archivos y encontré tantos borradores, tantas cartas sin terminar, tantas historias inconclusas. Dejé tanto a medias durante todo este tiempo.

Ya es hora de levantarse, quitarse las legañas y seguir el viejo camino. Y aunque haya prometido no volver más, a veces hay promesas que deben ser rotas.


Y aunque tenga que volver a aprenderlo todo de nuevo, vuelvo.

5.6.12

There's too much love.

He pasado años intentando crear el poema de amor perfecto, pero lo más seguro es que tarde aún unos cuantos años más. No hay prisa, yo sé que tú esperas. Lo has hecho hasta hoy, lo harás un poco más.

Y es que aunque nunca te lo dije, nunca quise dejar tu recuerdo atrás. Ni el tuyo ni ninguno.
Debo confesar que te oía cantar cuando pretendía hacerte creer que sólo miraba las luces de la ciudad.
Debo confesar que me alejé porque creía falsa tanta bondad.
Debo confesar que a veces quisiera volver el tiempo y evitar los errores que cometimos ayer.
Debo confesar que he vuelto a sonreír después de ti.

No, no estoy triste. Me has visto con esa cara que pones cada vez que crees que estoy a punto de caer. Soy fuerte ahora. O al menos eso quiero creer.
Extraño tantas cosas. Me extrañan tantas cosas. Los viejos árboles, las viejas calles, la vieja de mí y el viejo de ti.

No, tal vez tengas razón y estoy confundiendo inventos con recuerdos, porque es una de las cosas que suelo hacer cuando me siento como hoy. Creí que el nudo en la garganta desaparecería con el tiempo, pero venos aquí, a mi nudo y a mí, igual que ayer.

Me duelen las heridas que no logré sanar. Las que me hiciste y las que me hice yo misma en tu nombre. Porque solía ser la mujer que no vivía tranquila: si estaba triste me dolía el dolor, y si estaba feliz me dolía el amor.

Hoy estoy purificando mi memoria. Estoy tratando de borrar todas aquellas lágrimas y todos aquellos golpes a mi almohada. Estoy lavando cada una de mis llagas como lavas la sábana en la que has amado y has llorado.

No, hoy no será el último día. Mañana también te buscaré, y si me encuentras y quieres conversar no tengo inconveniente pero no oses tocarme que aún no termino de regenerar la piel que arranqué cuando me quité lo que quedaba de ti. De ustedes.


I'm not over.

15.5.12

El Artista V. (Their fears)

Ella lo tomó de la mano mientras salían de la cafetería con una de esas sonrisas que solía dedicarle luego de haber hecho alguna travesura, cual niña pequeña.
-¿Qué hiciste, bonita?- le preguntó él con su sonrisa digna de una fotografía.
-Nada malo.- contestó ella agrandando aún más su enorme sonrisa.
Y era cierto, no había hecho nada pero le encantaba jugar y hacerle creer que estaban en problemas. Le encantaba ver su cara de preocupación. Decía que parecía un cachorro asustado.
-Ay, ay, ay- le dijo, soltando un profundo suspiro -me vas a volver loco, mujer.-
Ella se adelantó un par de pasos, dio la vuelta y empezó a caminar de espaldas; lo miró a la cara y le pidió entre risas que cantara aquella canción que había tocado para ella la noche anterior.
El empezó a tararear algo y le cantó mirándola a los ojos: "Toma mi mano. Mientras estemos juntos nada nos detendrá."
Ella sintió que volaba. Cerró los ojos mientras seguía caminando de espaldas y escuchaba la canción que él le había escrito; porque aunque no se lo había dicho, ella sabía que él la había escrito para ella.
Él la tomó de ambos brazos y comenzaron a dar vueltas como cuando eran niños y jugaban en el parque frente a la casa del señor Sánchez, aquel que se enojaba cada vez que una pelota entraba en su hermoso jardín de flores rojas.
De pronto, como si todo hubiese sido planeado por una mente maestra, pasaron por una casa cuyo jardín tenía unas flores idénticas a las que él recordaba; y aunque no fuese así no importaba porque a él le gustaba creer en las casualidades. Cortó una con los dedos, y la puso en el cabello de su musa mientras seguía tarareando el tono de la canción de la noche anterior.
-El tiempo no volverá a pasar por nosotros- le dijo mirándola a los ojos -Ahora somos inmortales.- Y la besó en la mejilla como cuando eran niños.


27.3.12

El artista IV. (Their past)

Entraron en la cafetería y ella pidió el mismo café amargo que había bebido desde el día que murió su madre, hace mucho tiempo ya.
-¿Alguna otra cosa?- preguntó la mesera, cuyos pequeños ojos buscaban insistentemente la mirada del apuesto joven que acompañaba a la niña-mujer que bebía café negro.
-Para mí, un capuccino con crema, por favor.- dijo la voz ronca y dulce del caballero en cuestión.
-Ensegida.- dijeron los minúsculos ojos, tratando de disimular el suspiro que la voz del galán había causado en ella.
Cuando la señorita se hubo retirado, los dos se miraron fijamente.
-Realmente la volviste loca.- sonrió burlonamente nuestra greñuda amiga.
Él rió mientras se arreglaba el mechón de cabello que descansaba sobre su frente, como solía hacer cada vez que estaba nervioso.
Ella sonrió al darse cuenta de que en ese momento sólo se tenían el uno al otro y nada más que el uno al otro.
-¿A qué hora sale el avión?- preguntó la melenuda.
-9:30 pm- respondieron los masculinos, pero paradójicamente hermosos labios.
-Tal vez tengamos tiempo para comprar algunas cosas.- dijo ella mientras jugaba con la azucarera que la camarera de ojos diminitos había dejado sobre la mesa antes de irse.


29.2.12

Nightmare.

Tengo un cuaderno bajo una cama que no es mía y en él hay memorias que no son tuyas. Y ojalá tampoco fuesen mías, pero lo son.
___________________________________________________________________

Siento un beso en mi ojo izquierdo. Pero no, es sólo un recuerdo.

No puedo abrir los ojos. Ella no entiende; nunca lo ha hecho y nunca lo hará. No quiere escucharme, aunque le molesta verme llorar. Pero es inevitable, yo siempre lloro. Y ella siempre busca alguien a quién culpar. -"No hay culpables"- le digo. Se aburre y se va.

Siento una mano acariciar mi cabellos. Pero no, es sólo un recuerdo.

Aún tengo los ojos cerrados. Trato de dormir pero no puedo. Como un poco más de moco. Recuerdo haber sido feliz; esas cosas no pasan tan a menudo. Una mosca vuela sobre mi cabeza, tal vez sea porque no me he bañado en 10 horas. "Tigre cochino" escucho en mi mente. Estoy llorando de nuevo. -¿Cuándo dejé de ser feliz?- me pregunto. Sí, ya lo recuerdo, fue el día en que él se fue. Desde ese día quedé maldita. Desde ese día dejé de creer en la permanencia de las cosas. Desde ese día dejé de creer en la permanencia del amor. Desde ese día mi vida está trastornada. Gracias, señor Abel. Es como cuando tienes una torre de naipes; quitas uno y todo se viene abajo. Es tan frágil, tan delicado. No, la felicidad nunca me va a durar lo suficiente. Nunca voy a dejar que dure lo suficiente. ¿Por qué? Porque sé lo efímera que es y no quiero acostumbrarme a ella. "Traumas familiares", como diría Pandi. No, ya no creo en nadie, ni siquiera en mí.

Siento un te amo sobre mi oído. Pero no, es sólo un recuerdo.


25.2.12

El Artista III. (Nobody)

Sale de la ducha y se para frente al espejo. Pasa una mano sobre él para quitarle el vapor. Se mira en él y sonríe. Le gusta cómo lucen sus mejillas después de un baño tibio. Oye un par de golpes en la puerta, a lo que ella responde que ya está casi lista. Se quita la toalla y se pone su playera favorita. Se pone el único collar que ha usado desde que cumplió 16. Alborota un poco su cabello con una mano y abre la puerta con el otro.
-Me casaría contigo si no estuviésemos muertos, linda.- Le dice él sonriendo.
Al verla así, con el cabello húmedo y desordenado, descalza y con tan sólo una playera enorme que reza: "The good ones" al lado de la foto de su cantante favorita; una verdad se le reveló casi instantáneamente: sin ella, estaría perdido; sin ella no podría vivir.
Él estaba sólo en sus calzoncillos largos y ella no pudo evitar lanzarse sobre su cuello envuelta en risas. Huele su cabello y el cuello del que permanece aferrada por unos segundos, y cómo si la verdad que a él se le reveló hubiese sido lo suficientemente fuerte como para que ella la oyese, le susurra al oído: "Y yo no habría podido morir sin ti."
Se crea entre ellos un momento que parece eterno, que desearían que fuese eterno. Pero todos sabemos que nada es eterno.


18.1.12

El Artista II. (Both of them)


Treinta cuadros a su alrededor. Nunca en su vida había estado tan feliz de ver su propio rostro. En una esquina del oscuro recinto está la cama donde yace dormido profundamente. Camina despacio por la habitación, procurando no despertarlo con el sonido de sus pies descalzos al tocar el suelo. Se sienta al lado de su cuerpo semidesnudo; interrumpiendo así, la luz que la ventana sucia frente a la cama dejaba entrar. Lo acaricia con la mirada. Pone su mano derecha sobre su espalda pero sin tocarlo. Su piel estrellada la  hipnotizan por algunos segundos.
Cuando por fin se ha decidido a tocar su piel, él siente el calor de su mano y gira su cuerpo hacia ella. Sus miradas se cruzan por un par de minutos; sus rostros están tan cerca el uno del otro, que ella puede sentir su aire.
Ella:
El corazón se le acelera y sus brazos mueren por rodearlo, mientras sus labios debaten con su cerebro si es propicio o no lanzarse sobre él y bañarlo con sus besos. Siente su mirada pero no está segura. Ya le ha pasado lo mismo varias veces. No sabe qué hacer. Sus ojos se llenan de lágrimas sin que ella se lo proponga. El corazón no deja su ritmo y sus ojos luchan por no dejar a las lágrimas desbordar.
Él:
Tiene los músculos tensos por la rapidez de su reacción. Siente un mareo que no sabe si podrá controlar. En medio de su confusión por la somnolencia que apenas se está quitando, se pregunta si  todo esto no será sólo producto de la botella de vino que rodó bajo su cama antes de quedarse profundamente dormido. De pronto, logra vencer al ensueño y la ve sentada a sólo un par de centímetros. Como alcoholizado por su suave aroma, toma un mechón que caía sobre su frente y pensó en que siempre lo había visto pero nunca se había preguntado porque siempre caía. Lo acomoda suavemente y sin pensarlo mucho, besa sus helados labios con un beso limpio y torpe; muerde ligeramente su labio inferior y la abraza como si acabase de cruzar el infinito para hacerlo.
Ella:
Con aquel abrazo, despertó a sus demonios. Seguía helada hasta los huesos, a pesar de que el corazón le latiera tan rápido y sintiera como si la sangre le hirviera con cada boom interno. Se desplomó sobre sus piernas y rompió en llanto. Dejó que él acariciara el cabello largo que ya había olvidado tener. Escuchó un “te quiero”, pero no estaba segura de si lo había escuchado de verdad o era sólo producto de su imaginación. Volvió su rostro hacia él y lo miró, tan pálido y limpio. Comprendió al fin lo que estaba sucediendo.
Después de varios segundos ella por fin libera la voz que él había extrañado durante tanto tiempo.
-Al fin estás aquí. Creí que tardarías más.
-Lo intenté. Lo juro. Pero no pude más.
-Te extrañé.
-Estuve a punto volverme loco.
Ella soltó una lágrima más y lo besó.
De pronto, la única puerta en la habitación se abrió y se oyó un grito de horror. La mujer entró corriendo y se postró ante el cuerpo inerte, tendido sobre la cama.
-Pero, ¿qué es lo que has hecho, hijo?- gruñó la pesada mujer.
Entre sus manos encontró la foto de una sonriente joven. Le dio la vuelta y leyó la inscripción:
“14-11: Cumpleaños #27.
Ya sabes, cadáveres bonitos.
D.M.”
Su hijo tenía 27 años cuando lo enterraron y una rosa roja dentro de la botella de vino al lado de su cama cuando lo encontraron.



17.1.12

El Artista I. (She)

Quebrados, entre sus ojos, estaban los días que había jurado olvidar.
Hace mucho que no tocaban a su puerta los recuerdos que tanto daño y sufrimiento le habían causado. Como una ráfaga de viento helado, llegan todos, agolpándose y haciendo más difícil y doloroso su arribo.

Y lo peor de todo era que dichos recuerdos no eran feos; al contrario, eran los más hermosos que pudiera recordar. Ella era lo más hermoso que pudiera recordar.
Porque si fuesen feos, podría enterrarlos y superarlos; podría reprimirlos en la memoria y pretender que nunca existieron. Pero no, la belleza de su naturaleza era la que le daba poder; le daba el don de la inmortalidad en él.

Y lo hacía sufrir como un condenado cada vez que intentaba dormir. Su mirada traviesa volvía cada noche para recordarle la miseria en la que vivía sumido desde que ella se fue.
Y aunque ya estaba harto de su recuerdo, no sabía que más hacer para alejarla de su mente. La culpa de no haber retenido su mano aquella noche lo mataba un poco más cada día.

"Si tan solo le hubiese pedido que no se vaya.. Si tan solo se hubiese quedado a mi lado aún seguiría con vida" - piensa.

Sentado en el borde de su cama, muerto de calor, piensa que ojalá él hubiese muerto con ella. Porque en cierta forma ella también lo mató aquella noche. Porque ella arrastró no sólo su propio cuerpo, sino también el amor de él hasta las profundidades del mar en esa playa; y así se llevó consigo sus ganas de amar.

Así lo convirtió en un muerto viviente al que ya nadie quiere mirar.



9.1.12

She's calling.

Tú. Yo.
No.
Desplomada en el suelo.
No quiero hablar. Mírame y ya.
En cuanto tus pies dejen el suelo, yo ya no existiré.
Lo sé. Vamos. Otra vez es lo mismo.
Sólo volveré a callar. Al parecer soy buena en esto.
Me voy. Ya no preguntes.
Pronto se te olvida.
No es tan importante.
No soy tan importante.
Déjame.
Digo estar bien.
Voy a estar bien.

Vamos.
No es tan malo.
Escúchate.

No estoy sola pero quisiera estarlo.

No me escuches.
Sólo digo tonterías.

Go ahead.
She is waiting for you.
You will love her.
I love her.
Escúchala.

Aquí estaremos de nuevo.
Nada he de cambiar.
Estoy bien.
Si lo repito, tal vez me lo creo.

I will miss you.
That's all.