24.6.11

Miedos

A veces el mundo se ve gris. Tenebroso. A veces la vida parece muy complicada. A veces tenemos miedo de equivocarnos. A todos nos pasa. Tal vez a unos más que a otros, pero a todos nos pasa. Lo digo porque conmigo es así. No me es fácil tomar riesgos. Le tengo miedo a sufrir o hacer sufrir a alguien más.

Creo que las únicas veces que he decidido actuar, aparentemente sin importarme las consecuencias, es cuando le tengo más miedo a las consecuencias que traerá el no actuar. Y en ese caso, podríamos decir que mis acciones están dirigidas por el miedo. Así, si decido no hacer algo es porque me da miedo lo que pueda pasar  y si decido no hacer algo es porque me da miedo lo que pueda dejar de pasar.

Y creo que siempre ha sido así. El miedo es lo único que siempre he tenido. Incluso cuando sigo mis impulsos, lo hago porque pienso que de no hacerlo las cosas pueden ir peor.

Pero entonces, ¿mi vida está dirigida por el miedo? Al parecer, así es. Me es difícil confiar en alguien y cuando lo hago es porque me da miedo creer que pueda defraudarme y herirme. Cuando llego a creer en alguien, lo hago a ciegas, sin importar lo que puedan decirme los demás, porque si lo tomo en cuenta me da miedo y me alejo.

Esto me ha llevado a confiar en las personas equivocadas, a veces. Creer en alguien más, incluso por encima de mi razón. Me han defraudado. Me han herido. Y así han hecho que me vuelva más desconfiada.

Y aún así sigo haciéndolo, porque el confiar a ciegas también me ha unido a buenas personas. Personas que también confían en mí y espero nunca defraudar. Claro que también he perdido buenas personas por culpa de mis miedos. Pero eso ya es otra cosa. Es mi culpa al no haber podido controlar mis miedos.

Pero de todas maneras he tomado el riesgo. He tomado ese riesgo a causa del miedo. ¿Paradójico, no? Que el confiar en alguien se base en el miedo que me da no confiar. Y entonces vuelvo a mi desequilibrio equilibrado. Contradictoriamente acertada.

Y es cierto, debo controlar mis miedos. Pero aún así sigo confiando en ellos cuando de protegerme se trata.


9.6.11

Cristalizada y emplumada.


A ver, tal vez esta vez pueda encontrar la manera adecuada de empezar. Si alguien que esté leyendo esto conoce mi verdadero nombre le ruego no lo mencione, pues creo firmemente en la frase que dice que "En el misterio esta la magia" y prefiero mantener la magia con todo aquel que aún pueda disfrutarla. Tal vez en un futuro no muy lejano me atreva a revelar mi identidad ..pero eso ya lo veremos más adelante.

Aprovecho para mencionar que hoy fue mi cumpleaños y como ya soy adulta (me creo vieja por cumplir 19) debo empezar a organizar mejor mi vida, así que publicaré aquí cada 15 días ya que tengo que dedicarle tiempo a mis estudios  pero tampoco quiero descuidar esto. También debo mencionar que tuve otro blog -cuya dirección URL aún es accesible- pero que no publicaré ya que mi identidad se vería expuesta.

Bueno, creo que  habiendo terminando con las formalidades puedo empezar a escribir algo que valga la pena leer, así que empezaré por contarles la razón por la cual escribo ..y qué escribo.

Primero el qué. La verdad ni siquiera a mí me parece fácil definir qué escribo. Me gusta la poesía pero siento que la rima encajona mucho las ideas y no deja al poeta expresarse libremente, así que prefiero la prosa. Pero cuando me preguntan sobre qué escribo es cuando me quedo sin respuesta. Escribo lo que pienso, lo que siento y lo que percibo. Sí, aunque me cueste aceptarlo, debo admitir que escribo un diario. Pero no es un diario como el que están pensando, señores. Escribo un diario, pero un diario en todo el sentido de la palabra. Escribo de todo. A veces sobre mis sentimientos por alguien, a veces sobre la vida, la sociedad, el tiempo, la naturaleza, el amor, el arte, mi familia, mis amigos, mi pasado e incluso mi futuro.

Por eso no me gusta decirle "diario" a mi cuaderno. Prefiero bitácora, aunque en la tapa ostente el título de "Cartas a la vida, a la muerte, a la soledad y al amor". Y tal vez algún día intente dar un paso más arriesgado y enfrente mi miedo al fracaso publicando algo más serio.

Y ahora tengo éste blog que pienso mantener durante el tiempo que ustedes, sus desocupados o interesados lectores, quieran. Pero no se preocupen, si se aburren o no les gustan las futuras publicaciones no me ofenderé. Eso sí, les agradecería que me enlacen si les gusta. ¡No sean egoístas, pues! Compártanme, que mientras más gente me lea, más motivada me he de sentir, lo que hará que me esfuerce más y por ende mejore. Así ustedes podrán disfrutar de una mejor “mí”, publicación tras publicación.
Habiendo más o menos terminado de explicar el “qué”, creo que puedo pasar al “por qué”. Escribo porque además de un lapicero y una hoja, tengo un bichito que me pica el alma e incita a mi espíritu a expresarse. Escribir me libera. Siento que me expreso mucho mejor en papel que frente a las personas. Explicaré el porqué: Para empezar, tengo una especie de pánico escénico. Cada vez que me paro frente a un grupo de más de 20 personas se me nubla la mente, olvido las cosas que tenía que decir, se me traba la lengua, sudo como puerco, se me doblan las rodillas, no sé qué hacer con mis manos y mis oraciones pierden sentido ya que olvido hasta las reglas gramaticales básicas.

En resumen, los nervios me dominan. Sin duda considero el diálogo la mejor forma de llegar al entendimiento, pero al no poder usarlo con un número grande de personas, opto por la escritura. Además, al escribir siento que soy más sincera ya que puedo ordenar mejor mis ideas antes de darlas a conocer. ¡Escribir es mi pasión, señores! Y si soy buena es porque lo disfruto terriblemente y cada palabra que la tinta o el carbón marca en el papel, acaricia mi alma y me hace feliz.

Porque incluso cuando escribo sobre cosas tristes, el sólo hecho de escribir hace que, entre línea y línea, mis recuerdos e ideas encuentren la paz que tanto necesitan. Así la escritura se vuelve necesaria para mí, ya que calma mis penas y le da forma y sentido a mis alegrías.

¡Y ya! Espero que haya quedado claro mi “porqué”. Ahora, si me permiten, explicaré el origen de mi pseudónimo: Krystal Feather.
Empecemos por el nombre. Lo escuché hace mucho tiempo, pero la forma en que lo escribo proviene de una película cuyo nombre no mencionaré ya que es irrelevante. El motivo de que lo haya elegido radica en que el personaje de dicha película era una chica que intentaba parecer dura y se hacía la fuerte. Escondía su lado sensible para evitar que le hicieran daño. Al final de la película revela que su verdadero nombre era éste: Krystal.

Y me sentí identificada.. por razones que ya entenderán a medida que vaya publicando y vaya desnudando poco a poco mi alma frente a ustedes. También tiene mucho que ver el significado en sí de la palabra “cristal”. Cuadno escribo siento que me vuelvo transparente. Todos mis pensamientos y sentimientos quedan expuestos, y mi cuerpo termina siendo sólo el envase de cristal deja mi esencia a vista y paciencia de todo aquel que quiera entenderla.

Feather. Si se toman la molestia de buscarlo en un diccionario -en caso de que no sepan inglés, como yo-, encontrarán que significa “pluma”. La primera vez que escuché esta palabra fue en una conocida canción de Radiohead “.. you float like a feather in a beautiful world ..” Luego descubrí que tengo una especie de afición por las plumas, ambos tipos de plumas. Me gustan las plumas para escribir porque, como ya se habrán dado cuenta yo escribo a mano. Sí, todo lo que en este momento están leyendo, pasó primero por una hoja de papel y fue impregnado por un lapicero de tinta líquida o un lápiz de carbón.

Me encanta escribir a mano. Aunque el trabajo de digitalizarlo sea una carga extra y tenga que hacer muchos borrones, siento que sólo puedo dejar fluir plenamente mis ideas si es mi mano derecha la que registra tofo el proceso. Y el interés por las plumas de las aves, tiene que ver con la textura de las mismas, pero más que nada con mi sueño de, algún día, poder volar. Sé que suena estúpido, pero realmente envidio a las aves. Y si pudiera elegir un animal en el cual renacer, definitivamente sería un ave. No importa mucho qué ave, con poder volar me bastaría. Como prueba de mi afición por las plumas, tengo dibujado en la pared de mi cuarto, un árbol que en lugar de hojas tiene plumas. Ah! Y planeo tatuarme una pluma en el hombro este año, después de donar sangre, claro está.

Y bueno, habiendo terminado con los datos más importantes, creo que puedo retirarme, no sin antes desearles lo mejor (a pesar de que aún queden rezagos de pesimismo en mí). Y repito, si les gustó, compártanlo. Ah! Y no olviden dar su impresión. Toda crítica constructiva es bien recibida.

Saludos para todos y paz. (: