25.7.12

Bien podría.


Quisiera morir muchas veces. No es porque sea masoquista -aunque probablemente lo sea- sino porque hay muchas cosas que me gustaría hacer justo antes de morir solo para tener la satisfacción de que alguien diga que fue lo último que hice antes de morir.

Me refiero a esas veces en que uno dice "podría morir hacer haciendo esto..."; por ejemplo, yo podría morir mirando las estrellas titilar en una noche negra como el vacío; podría morir escuchando el susurro de un Je t'aime con ese acento francés que dibuja una sonrisa en mi rostro simplemente al tocar su aire mis oídos; podría morir entre los acordes de un cello; podría morir mirando cómo el sol se funde con el mar mientras la brisa desordena mi cabello a su antojo; podría morir acurrucándome en el suave terciopelo de un vestido interminablemente largo; podría morir besando sus "besables" labios.

Son cosas sencillas, lo sé, pero son las cosas que me harían lo suficientemente feliz como para morir en ellas.

Y es que no es la forma, es el momento previo a ella; es el ritmo que aquel momento conlleva. Podría morir bailando -aunque no lo haga según los parámetros usualmente establecidos ni tenga lo que se necesita para ello- solo por sentir mi cuerpo convertirse en música y la música convertirse en mi cuerpo.

Incluso podría decirse que escribo porque adoro la musicalidad que acompaña a cada palabra y que lo hago en papel porque me encanta ver cómo las líneas bailan hasta transformarse en letras; letras que al agruparse de la manera adecuada cuentan historias, sueños, pensamientos, hechos, cosas que hice, cosas que haré e incluso cosas que imagino hacer ... cosas que podría morir haciendo.



19.7.12

Vuelvo.


Desde hace un buen tiempo que he dejado de escribir. Es decir, he dejado de usar la palabra escrita para lo que inicialmente quería usarla: aclarar mi mente. Desde hace unos meses, o tal vez más, lo único que he hecho ha sido dar vueltas en problemas sin solución -o con soluciones muy obvias- y hasta he empezado a inventar historias -o deformar algunas existentes- y me he perdido.

Hoy estoy tratando de reconstruirme, de volver a ser la gran contradicción racional que era, la mujer nostálgica que podía ahogarse en carcajadas, la despeinada que no se peinaba porque no lo necesitaba, la tímida loca a la que le encantaba hablar de nada. Me extraño, extraño a la vieja de mí, extraño reír por cosas que valgan la pena, con personas que valgan la pena. Extraño a mis viejos amigos e incluso mi tan cómoda soledad. Creo que más que nada extraño ser feliz, disfrutar los días, sentirme viva.

Hace un par de días me puse a ordenar mis archivos y encontré tantos borradores, tantas cartas sin terminar, tantas historias inconclusas. Dejé tanto a medias durante todo este tiempo.

Ya es hora de levantarse, quitarse las legañas y seguir el viejo camino. Y aunque haya prometido no volver más, a veces hay promesas que deben ser rotas.


Y aunque tenga que volver a aprenderlo todo de nuevo, vuelvo.