29.2.12

Nightmare.

Tengo un cuaderno bajo una cama que no es mía y en él hay memorias que no son tuyas. Y ojalá tampoco fuesen mías, pero lo son.
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Siento un beso en mi ojo izquierdo. Pero no, es sólo un recuerdo.

No puedo abrir los ojos. Ella no entiende; nunca lo ha hecho y nunca lo hará. No quiere escucharme, aunque le molesta verme llorar. Pero es inevitable, yo siempre lloro. Y ella siempre busca alguien a quién culpar. -"No hay culpables"- le digo. Se aburre y se va.

Siento una mano acariciar mi cabellos. Pero no, es sólo un recuerdo.

Aún tengo los ojos cerrados. Trato de dormir pero no puedo. Como un poco más de moco. Recuerdo haber sido feliz; esas cosas no pasan tan a menudo. Una mosca vuela sobre mi cabeza, tal vez sea porque no me he bañado en 10 horas. "Tigre cochino" escucho en mi mente. Estoy llorando de nuevo. -¿Cuándo dejé de ser feliz?- me pregunto. Sí, ya lo recuerdo, fue el día en que él se fue. Desde ese día quedé maldita. Desde ese día dejé de creer en la permanencia de las cosas. Desde ese día dejé de creer en la permanencia del amor. Desde ese día mi vida está trastornada. Gracias, señor Abel. Es como cuando tienes una torre de naipes; quitas uno y todo se viene abajo. Es tan frágil, tan delicado. No, la felicidad nunca me va a durar lo suficiente. Nunca voy a dejar que dure lo suficiente. ¿Por qué? Porque sé lo efímera que es y no quiero acostumbrarme a ella. "Traumas familiares", como diría Pandi. No, ya no creo en nadie, ni siquiera en mí.

Siento un te amo sobre mi oído. Pero no, es sólo un recuerdo.


25.2.12

El Artista III. (Nobody)

Sale de la ducha y se para frente al espejo. Pasa una mano sobre él para quitarle el vapor. Se mira en él y sonríe. Le gusta cómo lucen sus mejillas después de un baño tibio. Oye un par de golpes en la puerta, a lo que ella responde que ya está casi lista. Se quita la toalla y se pone su playera favorita. Se pone el único collar que ha usado desde que cumplió 16. Alborota un poco su cabello con una mano y abre la puerta con el otro.
-Me casaría contigo si no estuviésemos muertos, linda.- Le dice él sonriendo.
Al verla así, con el cabello húmedo y desordenado, descalza y con tan sólo una playera enorme que reza: "The good ones" al lado de la foto de su cantante favorita; una verdad se le reveló casi instantáneamente: sin ella, estaría perdido; sin ella no podría vivir.
Él estaba sólo en sus calzoncillos largos y ella no pudo evitar lanzarse sobre su cuello envuelta en risas. Huele su cabello y el cuello del que permanece aferrada por unos segundos, y cómo si la verdad que a él se le reveló hubiese sido lo suficientemente fuerte como para que ella la oyese, le susurra al oído: "Y yo no habría podido morir sin ti."
Se crea entre ellos un momento que parece eterno, que desearían que fuese eterno. Pero todos sabemos que nada es eterno.