17.1.12

El Artista I. (She)

Quebrados, entre sus ojos, estaban los días que había jurado olvidar.
Hace mucho que no tocaban a su puerta los recuerdos que tanto daño y sufrimiento le habían causado. Como una ráfaga de viento helado, llegan todos, agolpándose y haciendo más difícil y doloroso su arribo.

Y lo peor de todo era que dichos recuerdos no eran feos; al contrario, eran los más hermosos que pudiera recordar. Ella era lo más hermoso que pudiera recordar.
Porque si fuesen feos, podría enterrarlos y superarlos; podría reprimirlos en la memoria y pretender que nunca existieron. Pero no, la belleza de su naturaleza era la que le daba poder; le daba el don de la inmortalidad en él.

Y lo hacía sufrir como un condenado cada vez que intentaba dormir. Su mirada traviesa volvía cada noche para recordarle la miseria en la que vivía sumido desde que ella se fue.
Y aunque ya estaba harto de su recuerdo, no sabía que más hacer para alejarla de su mente. La culpa de no haber retenido su mano aquella noche lo mataba un poco más cada día.

"Si tan solo le hubiese pedido que no se vaya.. Si tan solo se hubiese quedado a mi lado aún seguiría con vida" - piensa.

Sentado en el borde de su cama, muerto de calor, piensa que ojalá él hubiese muerto con ella. Porque en cierta forma ella también lo mató aquella noche. Porque ella arrastró no sólo su propio cuerpo, sino también el amor de él hasta las profundidades del mar en esa playa; y así se llevó consigo sus ganas de amar.

Así lo convirtió en un muerto viviente al que ya nadie quiere mirar.



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