29.4.14

El vaso medio tú

Javier se levanta en la mañana y lo primero que hace es lavarse la cara. Medio vaso de jugo descansa sobre la mesa de su cocina. Anoche lo llenó pero el cansancio del día no le permitió terminarlo y a penas pudo llegar a su cuarto para desplomarse sobre la cama y quedar profundamente dormido casi de inmediato.
La primera alarma no logró despertarlo y la segunda solo le deja tiempo suficiente para tomar una ducha rápida y salir casi corriendo al trabajo, en el cual no le pagan mucho pero que le brinda la experiencia suficiente para poder postular a uno mejor cuando termine la maestría que, con suerte, será en un par de meses. El sacrificio es grande. Debe salir del trabajo lo más rápido posible para llegar a clase y luchar con el sueño mientras escucha lo que este le permita. Los días se han vuelto muy monótonos ya que su vida se ha reducido al trabajo, la universidad, un par de programas de televisión los fines de semana, mantener el orden en el mini departamento que ajustadamente puede pagar y leer uno que otro libro durante sus viajes en el bus. Adora escribir pero difícilmente tiene tiempo de terminar un cuento, de esos que escribía por montones cuando estaba en pregrado. Lo empieza, y cuando intenta retomarlo simplemente no le gusta lo que había escrito o no recuerda la intención que tenía al empezar a escribirlo. Menos aún tiene tiempo para estar pensando en vasos de jugo helado que descansan sobre la mesa de su cocina.
Pero es ese vaso el que lo recibirá en casa, y es en ese vaso en el que resumirá su día. Dependiendo de cómo le haya ido, ese vaso será lo  suficientemente bueno como para calmar o no su sed: lo verá medio lleno o medio vacío.
Él trata de ver el lado positivo y de aprovechar todas las oportunidades que se le presentan, pero tal vez ese no sea el caso hoy. Hoy se levantó tarde, y con el apuro, olvidó un informe que le había tomado todo el fin de semana hacer, así que tuvo que quedarse un poco más para terminarlo y se le hizo tarde para la universidad. Sabía lo estricto que era su maestro, por lo tanto decidió tomar un taxi, solo para darse con la sorpresa que el profesor se había reportado enfermo y no llegaría.
De vuelta en casa, abre la puerta, frustrado, camina hacia la cocina y se encuentra con nuestro vaso. A pesar del día terrible, le da una oportunidad y decide tomarlo. Pero el vaso no sabe nada sobre el mal día que ha tenido Javier y hace media hora que le dio posada a una mosca que por ahí pasaba.

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