20.1.13

She is always on my mind.

Caminaba por la acera con las manos en los bolsillos. Había mucha gente y al pasar entre ella se sentía en un video de The Verve por lo mucho que se tropezaba con las personas y lo poco que le importaba.

No solía salir a la calle a esa hora, ya que el sol estaba muy alto y ella detestaba eso. Detestaba el verano, la ponía de mal humor. Suelen decir que el verano llena a las personas de energía y felicidad, y que el invierno las hace sentir tristes y nostálgicas; con ella era al revés. El verano la aturdía. Tanto calor la hacía buscar el equilibrio, y para esto necesitaba conviertir su ánimo en el de alguien horrible y frío.

Y era aquella la época en que afloraban sus miedos, sus dudas, su eterno sufrimiento. Aquella en que se le hacía difícil dibujar una sonrisa, sobre todo una sincera. Pero hoy había decidido salir a la calle, con fin de despejarse un poco y alejar aquello que no había dejado su mente durante los últimos 4 días. Podía sentir cómo los rayos del sol tocaban su piel con una fuerza algo violenta y algo dulce a la vez; imaginaba que eran como él: ni muy malo ni muy bueno, tan Rosenvinge, tan punto medio.

Estaba enamorada, eso era un hecho, pero también cansada. Cansada de dudar, de pensar que cuando él respondía sus "Te quiero" lo hacía de manera automática y sin pensar antes de hacerlo; cansada del miedo de no volver a ver aquel amor que iluminaba sus dulces ojos café.

Necesitaba creer en él una vez más. Necesitaba saber que podría sostener su mano cuando necesite ayuda, pero sobre todo que estaría dispuesto a retener su brazo cuando empiece a desvariar y que la haría entrar en razón cuando fuese necesario.

Necesitaba que él creyese en ella, pero sobre todo, que creyese en sí mismo.

- ¿Qué es el amor? - le preguntó
- Baby, don't hurt me, don't hurt me..
- No seas tonto, te lo pregunto en serio.
- No lo sé. ¿Tú sabes?
- No, por eso te pregunto.
Se quedó callado por unos segundos.
- Creo que es cuando uno es capaz de morir por alguien.
- ¿Tú morirías por alguien? - le preguntó dudosa.
- No sé.
- ¿Entonces no sabes si amas a alguien?
- ¿Quién podría estar seguro?
- No sé, supongo que es una de esas cosas que se saben cuando se sienten.
- Debe de ser.
- ¿Por qué siempre dices eso?
- ¿El qué?
- "Debe de ser", "tienes razón", "claro".
- Porque creo que eso es el amor: Sonreír y tragarse las penas del otro.
- Odio que seas tan bueno. Eso simplemente no puede ser real.
- Es porque no lo soy, bonita. Yo no soy real.

Y se descubre en el carro, de vuelta a casa, apoyada en el hombro de un extraño y gordo hombre.

- ¿Ya pasamos la Av. Universitaria? - le pregunta el hombre de bigote de brocha.
Algo avergonzada, mira a través de la ventana y trata de ubicarse espacialmente.
- Es en el siguiente paradero - le responde.
El hombre le agradece, saca una pequeña caja de bombones y le entrega uno, con una sonrisa que queda perfectamente adornada por su oscuro bigote.
- "Tan perfecto"- susurra mientras el hombre se aleja. - "Tan perfecto".



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